Procrastinación

La procrastinación es un fenómeno que consiste en la tendencia generalizada a aplazar las tareas para ser realizadas en último momento, en otras palabras, es dejar las responsabilidades a última hora. Tal tendencia a la postergación de las actividades que podrían hacerse de manera planificada y sensata suele acompañarse de malestar subjetivo y no sólo es una cuestión de baja responsabilidad y gestión del tiempo, sino que supone un problema de autorregulación a nivel cognitivo, afectivo y conductual. Evidentemente, la persona que procrastine se verá afectada en los distintos planos de su vida. Por un lado, sus actividades se verán afectadas por la falta de organización, planificación y orden, pero también el dejar todo a último momento genera ansiedad. ¿Y por qué? Porque el tiempo de entrega de determinada labor se acaba. Puede existir la posibilidad de que no se pueda entregar algo a tiempo, entonces el sujeto se tensa y desarrolla un cuadro de ansiedad que entorpecerá el desarrollo de la actividad que intenta terminar de hacer. De este modo se entra en un circuito de ansiedad, de carrera contra el tiempo que angustia.
Todas las personas tenemos metas, organizamos nuestra vida en ciertas tareas, hábitos, compromisos y acuerdos. El cumplir con todo ello a tiempo es síntoma de madurez, desarrollo personal, éxito y confianza. Sin embargo, la procrastinación es un desorden del comportamiento que va en contra de ello. Puesto que interfiere con el logro de todo lo citado, creyendo que es mejor dejar las cosas para mañana. A ojos de los demás alguien que procrastina es alguien en quien no se puede encomendar favores de gran importancia, porque hay el riesgo de que lo dejen para último momento y salga mal. De ahí la mala reputación de la procrastinación porque hay dos hechos claros en ella: generan ansiedad frente a la posibilidad inminente del acabamiento del tiempo y la calidad de lo desarrollado es mala. Empero, puede aparecer un procrastinador a decirnos que siempre deja todo para último momento y termina por hacerlo. El tiempo le termina alcanzando. Incluso puede sentir orgullo de su artimaña. Sin embargo, la calidad de lo hecho es de dudosa procedencia. En toda procrastinación hay un mal producto. Salvo en casos muy excepcionales, siempre termina siendo un producto enjuto, delgado, insuficiente, incluso inacabado. Los psicólogos especialistas manifiestan que este proceso de aplazamiento se acompaña de sentimientos de inquietud y preocupación. De esta manera nos damos cuenta que la procrastinación se caracteriza principalmente por el malestar psicológico producto de la postergación y por la desorganización del tiempo. Pues la persona que procrastina está muy orientada al presente y poco orientada al futuro. Fruto de este problema de tiempo las personas pueden comprometer sus proyectos a futuro por su ahínco por lo inmediato y su ausente planificación. Tomemos en cuenta los estímulos distractores que pueden afectar en el compromiso de una tarea. El Facebook y demás redes sociales son el espacio perfecto para procrastinar. Hay miles de razones por las cuáles prestarle más atención a las redes que a la tarea. Sin embargo, no es el fin de este artículo ahondar en los problemas de adicción al internet.
Algunos han definido a la procrastinación como una tendencia “irracional” a retrasar las tareas que deberían realizarse en el momento adecuado. Sin embargo, esta “tendencia irracional” (nótese el énfasis en las comillas) guarda su propia lógica. Recordemos el viejo apotegma de Pascal: “El corazón tiene razones que la razón no conoce”. Esto nos lleva a pensar que detrás de ese comportamiento aparentemente irracional la persona tiene una propia lógica bajo la cual actúa. Tiene sus propias razones. Razones encubiertas. Solo hace falta aproximarnos a la conciencia de la persona para comprender por qué su insistencia en dejar todo a última hora, a su enseñamiento por dejar para el último el inicio de una actividad que podría empezarla ya. Hay diversas posibilidades; algunas personas no inician una actividad por la ansiedad que implica el iniciarla ¿y por qué hay ansiedad por iniciar algo? La respuesta es simple, por el miedo a que salga o sea haga mal. Por la falta de confianza en la propia habilidad para desarrollar una tarea. Por el miedo a que no cumpla las expectativas propias o la de los demás. Con la sensación de ser incapaz de realizarla. Cuando sabemos que esto es un pensamiento distorsionado. Ya que, una persona no tiene que siempre acertar, basta con que se empeñe en realizar una actividad y si necesita ayuda puede acudir a otras personas o a fuentes que favorezcan la realización de dicha actividad.
Desde otro punto de vista, hay personas que tienden al perfeccionismo y que se plantean expectativas muy altas sobre sí mismas. En jerga psicoanalítica, tienen un superyó acrecentado. Es decir, una versión de sí mismos irreal que aplasta a su yo-real. De ahí la ansiedad que le genera empezar una actividad, porque teme decepcionarse a sí mismo, o mejor dicho, teme no cumplir con su fantasía de perfección. Cuando equivocarse es algo tan normal e incluso pedagógico. El error es fuente de aprendizaje y grandes lecciones. Incluso la perfectibilidad de algo depende de la equivocación. Error y aprendizaje son dos caras de una misma moneda. Psicólogos expertos han encontrado que la procrastinación se relaciona con la baja autoconfianza, la autoestima, ansiedad social, rigidez conductual, falta de energía e incluso la depresión. El rasgo de personalidad más presente en las personas que procrastinan es la baja responsabilidad y la baja autodisciplina.

Causas de la procrastinación

Diversos psicólogos en Lima declaran que una causa probable de la procrastinación es la autoduda. Esto consiste en desconfiar de las propias habilidades o considerarlas deficientes. Estamos hablando de un tema que se sitúa en el campo de la autoestima. Y como sabemos hablar de autoestima es hablar de autoconcepto y autoconocimiento. Por lo tanto, una persona que no se conoce, desconoce su verdadero potencial y puede tener la tentación de juzgarse de manera inadecuada a la realidad. No conocerse implica desaprovechar aquellas habilidades que podemos explotar. Recordemos la vieja sentencia griega del “conócete a ti mismo”. Esa es la llave maestra. Por otro lado, hay muchas personas que procrastinan porque tienen baja tolerancia a la tensión. Sabemos que toda tarea implica una cuota de estrés. Es algo normal estresarse al realizar alguna actividad. Entendiendo al estrés en su sentido correcto. Como una reacción natural del organismo frente a un estímulo del ambiente, en este caso una actividad a realizar. En ese sentido, la tensión es algo inevitable cuando se trata de desempeñar algo.
No olvidemos también que el aburrimiento y el poco interés por alguna determinada actividad puede ser fuente de la procrastinación, por lo que en este caso sería algo coherente, más debemos entender que gran parte de las responsabilidades están repletas de cosas que no nos gustan, sin embargo es un peldaño que debemos atravesar para conseguir lo que queremos. A todas estas causas hay que añadirle el perfil de personalidad con rasgos perfeccionistas y la falta de determinación de una actividad. Hay tareas poco definidas y no sabemos cómo abordarlas, esto puede llevarnos a dejarla para otro momento, por lo cual es mejor que tengamos un plan de inicio que nos permita intervenir la tarea de manera inteligente.

Terapia para la procrastinación

Psicólogo Monterrico es un lugar adecuado para intervenir de manera eficaz a partir de su bagaje de técnicas y procedimientos para realizar una terapia para la procrastinación exitosa. En este proceso terapéutico se abordaran factores emocionales (autoestima, autoconocimiento), autorregulación conductual (planificación del tiempo), se realizará procesos de introspección en la personalidad en casos de rasgos de personalidad perfeccionista o de otros aspectos en relación a los hábitos de procrastinar. Por ello se realizarán evaluaciones exhaustivas del caso para a partir de ello empezar un abordaje exitoso

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